El poder de las frases

Hay frases que escuchamos en el transcurso de la vida y que impactan nuestra autoestima y nuestra forma de enfrentarnos al mundo.

La alegría es una de los sentimientos más comunes y aceptados. Suele surgir, especialmente, cuando experimentamos un acontecimiento positivo. La alegría puede llevar a la risa, sin embargo, algunas veces la escondemos, y lo hacemos tanto que terminamos ocultándonos de la alegría misma.

Hay frases poderosas y grabadas a fuego que nos llevan a perder nuestra alegría: “La risa abunda en la boca del tonto”, en donde el concepto de “tonto”, que no podemos permitirnos, nos lleva a guardar nuestra risa bajo siete llaves, de manera que cuando queremos buscarla, podríamos no encontrar las llaves para llegar a ese tesoro con el que nacemos: la espontaneidad.

No he encontrado una frase, ni simple ni poderosa sobre la espontaneidad. Parece que nos hace ser más interesantes no demostrar nuestra alegría en el momento que surge. Quizás no queremos parecer “tontos”. Y qué pasaría si inventáramos un nuevo dicho: “No pasa nada por ser alegre” o “Los alegres viven mejor” o “Me encanta ser una persona alegre”. Tal vez, hemos sobrevalorado la seriedad y la supuesta cordura.

“Al mal tiempo buena cara” Otro dicho rotundo y poderoso que, en un afán de alejar los sentimientos negativos, de pensar que la vida podría ser más llevadera y de creer que así ayudamos al otro, hemos incorporado a fuego. Qué gran exigencia; a veces tener buena cara por fuera, no necesariamente significa que no sintamos tristeza. Podemos intentar mirar la vida desde un ángulo más positivo, pero ese esfuerzo en solitario, es extenuante y frustrante. Tampoco hemos creado frases positivas para esta experiencia: “Necesito pedir ayuda” “Pedir ayuda me hace ser generoso conmigo mismo”, “A veces no puedo solo”. Podríamos encontrar nuestra propia frase, para esos momentos en que nuestro invierno es más frío y tiene aún menos luz que el invierno de afuera.

Algunas veces, se hace más complejo superar situaciones dolorosas en soledad: tormentas internas, duelos, nubarrones del alma, marejadas que se llevan, por momentos, nuestros recursos para salir de las dificultades. Esas, nuestras propias tormentas, en algunas ocasiones, necesitan de otro ser humano, con una mirada libre de juicios, que nos brinde un abrazo, una escucha o una sonrisa.

En otros momentos, necesitamos la ayuda de un profesional. Un espacio terapéutico donde acompañados podemos reencontrarnos con nuestra espontaneidad, recuperar nuestra sonrisa o nuestro llanto, buscar y traer de vuelta los recursos que creemos que se ha llevado la marea. Ver lo que siempre ha estado ahí y que a veces hemos dejado de ver, para pertenecer, para ser socialmente aceptados, por miedo a no agradar a los demás o simplemente, en el deseo más humano: el de ser queridos.

¿Cuales son las frases que te impiden ser tú y crear nuevas frases que te den libertad?

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